
Hace un par de meses, una persona querida me dijo que me veía muy acabado para mi edad. Hasta ese día, yo creía que me veía más joven que mi edad, será que tengo mi autoestima muy alta 😉
Desde entonces me veo en el espejo todos los días tratando de ver lo que me vio. No sé si me veo más acabado de lo normal, lo que sí es cierto es que ya no me veo como antes.
Las canas ya le ganaron a mi pelo, y tengo la cabeza casi blanca, pero es por herencia de mi abuelo, a quien me parezco mucho, y me encanta porque por más de quince años, y hasta el día que murió, él fue mi mejor amigo.
Ya se me notan las arrugas en los ojos y en la boca, pero es porque me río mucho. Me río hasta cuando estoy solo, cuando me acuerdo de cosas chuscas que he vivido, o de chistes que me han contado. Esta es herencia del carácter de mi Mamá.
Se me nota la pancita, por más que trato de sumirla. Pero es porque me encantan los postres, y como postre tres veces al día, después de cada comida.
Tengo una hernia de disco en la columna, y cuando se hace notar camino chueco y jorobado. Es herencia de mi padre, que también tiene una y a veces no lo deja caminar, y desafortunadamente creo que a él le duele más la mía que la suya.
Tengo 47 años, y hoy corrí una carrera de 10 kilómetros. No rompí mi record personal, pero hice menos de una hora, y terminé antes que cientos de jóvenes que tienen la mitad de mi edad. Al final, varios amigos me felicitaron porque terminé antes que ellos.
No sé de qué edad me veo, pero me siento de diez años menos. Y me siento muy agradecido de que Dios me dio la oportunidad de correr hoy. Mañana voy a llevar mi medalla a la oficina y la voy a presumir, estoy seguro que algunos pasarán a rendirle tributo a éste acabado que corrió una carrera, y tiene una medalla para probarlo.